El 11 de abril de 1933 en la casa de Antonio Alemís, Donovan 251 se fundó una de las instituciones líderes de nuestro deporte: Hindú Club. Su nombre se debió a algunos dirigentes que propusieron la misma denominación de la entidad ubicada en Don Torcuato, provincia de Buenos Aires. Sus colores los sugirió el dueño de casa quien deseaba que “sean los mismos que nuestra llanura”.
Era un grupo de socios del club Regatas quienes estaban molestos porque no podían desarrollar el deporte que los apasionaba: el básquetbol. En aquel momento, los dirigentes remeros no priorizaban ese deporte como ellos deseaban.
Tres años después de su fundación la sede de Hindú dejó la casa de Alemís para hacer de local en una cancha que levantaron en Hipólito Irigoyen 278. Luego pasó a ocupar un terreno ubicado frente a la plaza central, donde hoy se erige la Casa de Gobierno. Luego se mudaron a Lisandro de la Torre y Antártida Argentina (actual Arturo Illia). Allí la entidad se desarrolló institucionalmente de manera notable. Pileta de natación, dos canchas de bochas techadas, dos de básquetbol, sede social y dependencias administrativas.
Pero todo ello fue construido en terrenos de Pablo Luis Boschetti quien antes tenía allí una carpintería. El fotógrafo recibió una oferta del intendente justicialista Egidio González quien deseaba tener el Estadio Municipal de Deportes y vio las instalaciones de Hindú Club como ideales por su ubicación.
La entidad recibió 26.000 pesos de compensación, pero 16.000 fueron para Boschetti saldando esa deuda de honor contraída con el fotógrafo quien solventó gran parte de la infraestructura. Con el resto del dinero se compró un juego de camisetas de un verde espectacular, con letras bordadas que eran únicas para la región.
Si bien los socios de Hindú podían utilizar libremente las instalaciones, el sentido de pertenencia quedó herido. Por ello los intrépidos dirigentes del “Verde” se reunían y jugaban en Sarmiento 450 en un terreno que les pertenecía a la familia Camors.
Allí armaron una canchita a la que mucha gente se acercaba, entre ellos Manuel “Negro” Rodríguez, un fuerte empresario de esa época. Alemís y “Kilo” Delovo le pusieron el ojo encima y decidieron reclutarlo. Así terminó siendo el presidente del club y desde luego tuvo que poner el dinero para construir la cancha.
El club se mantuvo muchos años gracias al juego. “Guito” y “Toto” Torresagasti manejaban la cantina y de esa forma se podía pagar el alquiler del lugar a los Camors y mantener la entidad.
El club también pasó por la calle Donovan. Tanto peregrinar estaba agotando a los dirigentes que deseaban echar raíces de una vez por todas.
Entonces apareció Luis Guasti, quien tenía un aserradero después de la vía, en Franklin 56, y estaba interesado en vender el predio aunque a un valor bastante elevado. Pero era tanto el deseo de aquellos pioneros que decidieron hacer una colecta entre Raúl Binaghi, Antonio Alemís y Jorge Lindstrom entre otros.
Antonio Alemís recordaba aquella “aventura” de salir a pedir dinero a los vecinos, con una anécdota. “Cien pesos era mucho dinero en aquella época. Fuimos hasta la casa de David Glombovsky, quien de básquetbol no sabía absolutamente nada. Le explicamos nuestras intenciones y cuando nos preguntó cuánto podía aportar le dijimos, casi con miedo, cien o doscientos pesos. Cuando volvió con un cheque firmado por 200 pesos casi nos caímos de espalda. Gente como esa ayudó a construir nuestro club”.
Eran otros tiempos donde solidaridad y sentido de comunidad tenían un alto consenso en los habitantes de Resistencia. Todos aportaron y se pagó gran parte del valor del predio y otro tanto se pagó en cuotas hipotecando bienes de los dirigentes. Todo fue cancelado a los pocos años y se fueron comprando terrenos anexos que permitieron que el club tenga forma de T, con salida a la calle Arturo Frondizi y la avenida Alberdi, mientras que el frente da a la Franklin.
Lo cierto es que hoy en la sede de la calle Franklin, se enclava un hermoso estadio apto para la práctica de muchos deportes, el natatorio y diversas salas de práctica deportiva.
Muchos socios se acordaron de este cumpleaños de los verdes, y como el caso del Puma Pirota, hizo llegar al pueblo verde un saludo, instando a todos a sumarse para engrandecer la institución.
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